EL PATO Y LA SERPIENTE
Un pato, que era
muy orgulloso, se paseaba por la orilla del estanque y mientras miraba
el agua cristalina, hablando en voz alta decía: -¡cuan valioso soy!,
mucho mas que nadie, puesto que poseo mas dones juntos que los demás
animales. Soy de agua,tierra y aire; puedo volar, nadar y caminar.
Una
serpiente que pasaba a su lado, lo escuchaba con atención y como su
legua era muy afilada, no tardo en emitir su opinión. -¡Menos orgullo
señor pato!, o a caso usted nada como los peces? o ¿corre como una
gacela? o tal vez ¿vuela como un águila?. El pato no respondió y se
quedó en silencio, mientras la serpiente completó su diálogo diciendo,
-usted todo lo hace a medias.
LA URRACA Y LA MONA
A una mona muy taimada
dijo un día cierta urraca:
«Si vinieras, a mi casa
¡cuántas cosas te enseñara!
Tú bien sabes con qué maña
robo y guardo mil alhajas.
Ven; si quieres, y veraslas
escondidas tras de un arca.»
La otra dijo: «Vaya en gracia.»
Y al paraje le acompaña.
Fue sacando doña Urraca
una liga colorada,
un tontillo de casaca,
una hebilla, dos medallas,
la contera de una espada,
medio peine, y una vaina
de tijeras; una gasa,
un mal cabo de navaja,
tres clavijas de guitarra,
y otras muchas zarandajas.
«¿Qué tal? dijo.
Vaya, hermana; ¿No me envidia?
¿No se pasma?
A fe que otra de mi casta
en riqueza no me iguala.»
Nuestra mona la miraba
con un gesto de bellaca:
y al fin dijo: «¡Patarata!
Has juntado lindas maulas.
Aquí tienes quien te gana,
porque es útil lo que guarda.
Si no, mira mis quijadas.
Bajo de ellas, camarada,
hay dos buches o papadas,
que se encogen y se ensanchan.
Como aquello que me basta,
y el sobrante guardo en ambas
para cuando me haga falta,
tú amontonas, mentecata,
trapos viejos y morralla;
mas yo, nueces, avellanas,
dulces, carne, y otras cuantas
provisiones necesarias.
Y esta mona redomada,
¿habló sólo con la urraca?
Me parece que más habla
con algunos que hacen gala
de confusas misceláneas,
y fárrago sin sustancia.
Un granjero tenía una gallina, que todos los día ponía un pequeño huevo de oro. Al comienzo el granjero estaba feliz, aumentando su fortuna todos los días un poco más. Pero se volvió impaciente y quiso conseguir una gran riqueza mas rápidamente, así que decidió matar a la gallina, pero cuando le abrió la panza se dio cuenta que no era diferente al resto de las gallinas, que el animal no tenía escondido ningún tesoro.
Se apenó mucho ya que comprendió, que no hallo tesoro, pero que tampoco tendría el huevo diario de oro.
Moraleja: ¡Cuantos hay que teniendo bastante, desean enriquecerse al instante y suelen perder todo por alcanzar riquezas inmediatas!
EL ESCARABAJO
que pudiera muy bien... pero algún día
suele no estar la musa muy en punto.
Esto es lo que hoy me pasa con la mía;
y regalo el asunto a quien tuviere
más despierta que yo la fantasía;
porque esto de hacer fábulas requiere
que se oculte en los versos el trabajo,
lo cual no sale siempre que uno quiere.
Será, pues, un pequeño escarabajo
el héroe de la fábula dichosa,
porque conviene un héroe vil y bajo.
De este insecto refieren una cosa:
que, comiendo cualquiera porquería,
nunca pica las hojas de la rosa.
Aquí el autor con toda su energía
irá explicando, como Dios le ayude,
aquella extraordinaria antipatía.
La mollera es preciso que le sude
para insertar después una advertencia
con que entendamos a lo que esto alude;
y según le dictare su prudencia,
echará circunloquios y primores,
con tal que diga en la final sentencia
que así como la reina de las flores
al sucio escarabajo desagrada,
así también a góticos doctores
toda invención amena y delicada.
LA LECHERA
El día luminoso y el canto de las aves la hacían soñar y caminar de forma apresurada.
-Con el dinero que obtenga con la venta de esta leche, me compraré una canasta llena de huevos. De ellos nacerán más de cien pollitos, los que venderé y con todo el dinero ganado, podre comprar un lechoncito hermoso al que engordare para venderlo a un alto precio. En ese instante y de inmediato compraré una vaca con su ternero, el que crecerá alegre y juguetón.
Así de feliz y esperanzada era la lechera, la alegría la desbordaba y saltando recorría el camino.
Con tan mala suerte que en uno de esos saltos tropezó fuertemente con una piedra y la jarra se escapó de sus manos, golpeando contra el suelo y haciéndose añicos, la leche se derramó y fue absorbida por la tierra del camino.
Con mirada atónita, la lecherita se dio cuenta, que tenia que decirle ¡adiós a los huevos, pollos, lechón, vaca y ternero! ¡junto a la leche se esfumaron sus ilusiones!
La paloma y la hormiga
Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manatial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola.
Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma.
Le vió la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.
Moraleja: Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre agradecidos.
Prevaliéndose de la debilidad de los Bienes, los Males los expulsaron de la Tierra, y los Bienes entonces subieron a los Cielos.
Una vez estando allí preguntaron a Zeus cuál debía ser su conducta con respecto a los hombres. Les respondió el dios que no se presentaran a los mortales todos en conjunto, sino uno tras otro.
Esta es la razón por la que los Males, que viven continuamente entre los hombres, los asedian sin descanso, mientras que los Bienes, como descienden de los cielos, sólo se les acercan de vez en cuando.
Moraleja: Tengamos siempre presente que estamos continuamente acechados por los males para su acción inmediata, mientras que para recibir los bienes, debemos tener paciencia.
EL RATON DE LA CORTE Y DEL CAMPO
Un ratón cortesano
convidó con un modo muy urbano
a un ratón campesino.
Diole gordo tocino,
queso fresco de Holanda,
y una despensa llena de vianda
era su alojamiento,
pues no pudiera haber un aposento
tan magníficamente preparado,
aunque fuese en Ratópolis buscado
con el mayor esmero,
para alojar a Roepan Primero.
Sus sentidos allí se recreaban;
las paredes y techos adornaban,
entre mil ratonescas golosinas,
salchichones, perniles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!,
de pernil en pernil, de queso en queso.
En esta situación tan lisonjera
llega la despensera.
Oyen el ruido, corren, se agazapan,
pierden el tino, mas al fin se escapan
atropelladamente
por cierto pasadizo abierto a diente.
«¡Esto tenemos!, dijo el campesino;
reniego yo del queso, del tocino,
y de quien busca gustos
entre los sobresaltos y los sustos.»
Volviose a su campaña en el instante
y estimó mucho más de allí adelante,
sin zozobra, temor ni pesadumbres,
su casita de tierra y sus legumbres.
LA MOSCA
convidó con un modo muy urbano
a un ratón campesino.
Diole gordo tocino,
queso fresco de Holanda,
y una despensa llena de vianda
era su alojamiento,
pues no pudiera haber un aposento
tan magníficamente preparado,
aunque fuese en Ratópolis buscado
con el mayor esmero,
para alojar a Roepan Primero.
Sus sentidos allí se recreaban;
las paredes y techos adornaban,
entre mil ratonescas golosinas,
salchichones, perniles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!,
de pernil en pernil, de queso en queso.
En esta situación tan lisonjera
llega la despensera.
Oyen el ruido, corren, se agazapan,
pierden el tino, mas al fin se escapan
atropelladamente
por cierto pasadizo abierto a diente.
«¡Esto tenemos!, dijo el campesino;
reniego yo del queso, del tocino,
y de quien busca gustos
entre los sobresaltos y los sustos.»
Volviose a su campaña en el instante
y estimó mucho más de allí adelante,
sin zozobra, temor ni pesadumbres,
su casita de tierra y sus legumbres.
LA MOSCA
- ¡ Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer !
Moraleja: Toma siempre las cosas más bellas de tu vida con serenidad, poco a poco, para que las disfrutes plenamente. No te vayas a ahogar dentro de ellas.
Los huevos
Mas allá de las Islas Filipinas
Hay una que ni sé cómo se llama,
Ni me importa saberlo, donde es fama
Que jamas hubo casta de gallinas,
Hasta que allá un Viajero
Llevó por accidente un gallinero.
Al fin tal fue la cría, que ya el plato
Mas común y barato
Era de huevos frescos; pero todos
Los pasaban por agua (que el Viajante
No enseñó a componerlos de otros modos.)
Luego de aquella tierra un Habitante
Introdujo el comerlos estrellados.
¡O qué elogios se oyeron a porfía
De su rara y fecunda fantasía!
Otro discurre hacerlos escalfados...
¡Pensamiento feliz!... Otro, rellenos...
¡Ahora sí que están los huevos buenos!
Uno después inventa la tortilla;
Y todos claman ya ¡qué maravilla!
No bien se pasó un año,
Cuando otro dijo: sois unos petates;
Yo los haré revueltos con tomates:
Y aquel guiso de huevos tan extraño,
Con que toda la Isla se alborota,
Hubiera estado largo tiempo en uso,
A no ser porque luego los compuso
Un famoso Extranjero a la Hugonota.
Esto hicieron diversos Cocineros;
Pero ¡qué condimentos delicados
No añadieron después los Reposteros!
Moles, dobles, hilados,
En caramelo, en leche,
En sorbete, en compota, en escabeche.
Al cabo todos eran inventores,
Y los últimos huevos los mejores.
Mas un prudente Anciano
Les dijo un día: Presumís en vano
De esas composiciones peregrinas.
¡Gracias al que nos trajo las gallinas!
¿Tantos Autores nuevos
No se pudieran ir a guisar huevos
Mas allá de las Islas Filipinas?
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